Gran parte de los judíos de todas las corrientes (incluyendo algunos asistentes a sinagogas mesiánicas), desconocen parcial o totalmente el significado espiritual de las llamadas SHALOSH REGALIM o “Fiestas de Peregrinaje”. Es decir: PESAJ, SHAVUOT y SUCOT. Festividades que al ser entendidas desde la profundidad del mensaje divino revelado al judaísmo, la visión del creyente se amplía, se enriquece, comprende su trascendencia eterna para la persona y para toda la casa de Israel.
El problema milenario es que buena parte del pueblo se ha quedado en las exterioridades, en las tradiciones heredadas, sin interesarse en absoluto por el mensaje de D-os en el que se dice creer yrevelado en las KItvei Kodesh (Escrituras Sagradas-Biblia) quedándose así, en una religiosidad más cercana al fanatismo de otros credos, en una especie de orfandad espiritual voluntaria.
¿Acaso Israel no ha sido conocido como El pueblo del Libro? Obviamente que se trata de la Biblia, no de la obra de algún escritor judío, que los hay, y en abundancia (algunos muy buenos y otros excelentes). Ante esto, todo judío debe preguntarse a sí mismo si ha leído la Biblia. Porque de no haberlo hecho, debe cuestionarse en qué está basada entonces su fe judía y qué conceptos tiene de D-os mismo, ya que sólo en las Escrituras se puede realmente conocer a Dios y su mensaje (de otra manera se tienen meras conjeturas propias, elaboradas de opiniones ajenas). Así que las grandes fiestas son una buena manera de conocer el mensaje divino. Una forma pragmática y didáctica de conocer las verdaderas enseñanzas del judaísmo (y darse el tiempo para leer la Biblia).
Con PESAJ se inician las grandes festividades, que, dicho sea de paso, en la antigüedad eran de peregrinaje obligado, conteniendo de manera implícita el mensaje eterno y salvador de nuestro D-os y Señor: “Tres veces al año me celebraréis fiesta. La fiesta de los panes sin levadura guardarás (PESAJ)… También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembra-do en el campo… (SHAVUOT), y la fiesta de a cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores en el campo (SUCOT)” (Shemot-Exodo 23:13-21).
La PASCUA es ordenada durante la salida de Egipto (Shemot-Exodo 12:3-25), debido a que nuestro pueblo era esclavo de los egipcios, por lo que a causa de su dura y difícil condición claman al Señor, quien les envía a Moisés para que los saque y guie hasta la Tierra Prometida. Sin embargo, antes tenían que suceder otras cosas e Israel obedecer a D-os para ser librados de la terrible condición en la que se encontraban. Por esto, antes de sacarlos a libertad les dice: “Hablad a toda la congregación, diciendo. En el diez de este mes tómese cada uno un cordero… El animal será sin defecto… y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes (¿acaso no fue sacrificado YESHUA como cordero pascual para librarnos de la muerte eterna entre las dos tardes?). Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas que lo han de comer… Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros” (Exodo 12:3-13).
Para poder obtener libertad de la esclavitud, cada familia judía tenía que sacrificar un cordero puro, sin mancha y sin defecto, y con su sangre rociar los dinteles de la puerta. Este es el origen de la Fiesta de PESAJ, y por medio de ella, el Señor le dejó a Israel principios espirituales fundamentales para poder entender la fe judía. En primer orden, es una fiesta de libertad; y no hay peor esclavitud que la del pecado. La mayoría desconoce o pasa por alto que D-os es santo, y ante su presencia y santidad, no puede estar el pecado, por esta causa el Señor le pidió al judío que sacrificara en la Pascua un cordero inocente, limpio y sin mancha ¿para qué? Para que la sangre de ese cordero se derramara en sustitución de la propia y con ello D-os perdonara los pecados de cada judío y su familia. Catorce siglos después en el río Jordán, cuando Yohanán bautizaba a las multitudes que arrepentidas buscaban a D-os, al ver a YESHUA dirigirse hacia él, declara públicamente «He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29b), lo cual sucedió tres años después en Jerusalén durante la fiesta de Pesaj en el año 33.
Durante el último seder de YESHUA, él recuerda a los representantes de las doce tribus la profecía de Yirmeyahu (Jer 33:31-33). El texto bíblico dice: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dijo, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Matatiyahu-Mateo 26:27-29). No dijo que todo iba a acabar con su muerte redentora. No, nos habla del nuevo pacto profetizado, anunciando además su retorno glorioso al final de los tiempos y el inicio de su reino eterno.
Luego viene la Fiesta de SHAVUOT, la cual se celebraba luego de obtener los primeros frutos: “Y habló Yahweh a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: cuando hayáis entrado en la tierra que os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Yawhéh, para que seáis acep-tos” (Vayicrá-Levítivo 23:9-11). Como se aprecia tanto en Shavuot como en Sucot, fiestas eminentemen-te agrícolas, el Señor a través de éstas nos ofrece una enseñanza espiritual maravillosa que nos ayuda a entender de manera clara y pedagógica nuestra fe judía. Nos ilustra mediante esas cosas que hemos hecho por miles de años, pero que sólo eran parte de la tradición. No de un mensaje eterno y sublime que debe y tiene que ser entendido.
Durante Shavuot el judío traía al Señor los primeros frutos de su cosecha, lo que nos muestra y enseña: 1) D-os siempre debe ser primero para su pueblo (no al revés), 2) De lo que D-os nos da generosamente, debemos traerle con gratitud los primeros frutos (lo cual conlleva la lucha permanente entre el ego y el amor a las cosas; así como la libertad para dar y desprendernos de ellas), 3) era una manera visible de honrar a D-os y expresar públicamente la fe.
Shavuot se celebra cincuenta días después de Pesaj, de manera que en su sentido espiritual y eterno, luego de la Pascua del año 33, fecha en la que el Mesías YESHUA se ofreció como cordero pascual para salvación de judíos y gentiles (lo cual no significa que todos se van a salvar, sino que su sacrificio se hizo para darnos oportunidad de salvación a todos, que es distinto), cincuenta días después se cumplió en su sentido bíblico pleno la fiesta de Shavuot.
Ciento veinte judíos que habían creído que YESHUA era el Mesías anunciado y esperado por Israel, que en su persona y obra se cumplían las profecías, reunidos en Jerusalén, vieron en sus propias vidas el cumplimiento espiritual de la fiesta: “Cuando llegó el día de Shavuot, estaban todos unánimes jun-tos. Y de repente vino del cielo un estruendo… Y fueron todos llenos del Ruach ha Kodesh (E.S.)” (Hechos 2:1-4). Aquellos judíos, conocidos entonces como «Ha Derej» (actualmente “judíos mesiánicos”) al ser llenos del Ruach Ha Kodesh (E.S.), son capaces de predicar a sus hermanos en Jerusalén, en todo Israel, y en obediencia al último mandato del Mesías (Mat 28:18-20), salen de Israel a llevar las buenas nuevas de salvación a los gentiles. De esta obra divina de amor y gracia nacería décadas después la cristiandad (versión gentil del judaísmo contaminada posteriormente con el virus del antisemitismo y no pocas desviaciones).
De tal forma y abundancia dieron los “primeros frutos” del SHAVUOT eterno, que a diecinueve siglos de distancia los frutos permanecen firmes. El judaísmo mesiánico actual es prueba indubi-table de ello. Así que sólo resta por cumplir y celebrar la última, la «Fiesta de SUCOT», es decir, el retorno del Mesías y el establecimiento de su reino eterno en Jerusalén (como está escrito) y rodeado de su pueblo (integrado por judíos y gentiles que hayan creído en El y obedecido su Palabra). En el libro de Exodo, D-os advierte a Israel, que para que pudiéramos celebrar las fiestas, Él enviaría su Angel ―que no es otro que el Mesías YESHUA— para que nos introdujera en el lugar que El ya ha preparado. Luego agrega algo que todo judío debe tener muy en cuenta: “Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él” (23:20-21).
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