¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE ESTA VIDA?
(EL TESTIMONIO DE SIMCHA DAVIDOV)

Myriam Levy-Chernoff

Me llamo SIMCHA DAVIDOV, mis padres emigraron a Israel (entonces llamada Palestina) en 1934. Mi padre vino de Sofía, la capital de Bulgaria. Mi madre se crió en un hogar judío religioso y vino de Polonia. Ambos eran miembros de un movimiento judío juvenil en Europa, que alentaba a los muchachos judíos a emigrar a la Tierra de Israel.

Los padres de mi madre, dos de sus hermanas y dos hermanos que prefirieron quedarse en Polonia, fueron asesinados por los nazis durante el Holocausto; un desastre familiar del que mi madre nunca se recuperó y fue la fuente de su incredulidad en D-os.

Los tiempos de los pioneros fueron emocionantes de visión e ideología. Convertir la tierra seca en fértiles kibbutzim (granjas comunales), secar pantanos y hacer florecer desiertos fue toda una experiencia. Mis padres formaban parte del grupo principal que inició el kibbutz «Kfar Menachem» en 1939. Llevaban una vida sencilla pero plena. Con alegría y mucho trabajo establecieron la nueva realidad en la Tierra.

Nací en el kibutz en 1949, fui el tercer y último hijo. Mis recuerdos de la infancia son hermosos. Aunque, una cosa me faltaba desde que era un bebé: no crecer en una unidad familiar normal donde los niños dormían en la casa de sus padres. En aquellos días los niños pertenecían al Kibbutz, y eran criados corporativamente por educadores especiales en un establecimiento comunal donde todos los niños dormían, se duchaban y tenían clases escolares. Había algunas horas cada noche que los niños tenían tiempo para pasar en la casa de sus padres. Los padres también visitaban a sus hijos en las instalaciones para niños. (Hace años los Kibbutzim cambiaron este sistema y hoy los padres crían a sus hijos en sus propias casas).

La vida espiritual en el kibutz era completamente secular, la mayoría de los habitantes del kibutz eran ateos. La cultura judía y las celebraciones festivas no incluían a D-os, el estilo de vida de mis padres también estaba de acuerdo con el sistema de creencias del kibutz, y como ellos, yo tampoco creía en la existencia de D-os, aunque en momentos de problemas y frustraciones pronunciaba su Nombre y pedía ayuda, pero sin fe en mi corazón.

Crecer en un Kibbutz me hizo creer que una buena vida era ser fiel a la visión de construir la Tierra de Israel. Recuerdo en junio de 1967 cuando estalló la «Guerra de los Seis Días», yo estaba en la escuela, cuando muchos de los miembros del Kibutz fueron a la guerra. Todos nosotros, estudiantes de secundaria, tomamos sus trabajamos con orgullo y un sentido de importancia y madurez, sabiendo que estábamos haciendo nuestra parte para ayudar a sostener el kibutz, mientras los soldados luchaban en el campo de batalla.

A la edad de 18 años, me alisté en el ejército israelí y serví como comandante de tanque entre 1968 y 1971. Pasé por el típico campo de entrenamiento israelí, el entrenamiento profesional de tanques y un curso de comandante. Después de completar ambos, me quedé como instructor en el curso de comandante de tanques, para entrenar a los nuevos soldados. Después de terminar mi servicio militar, volví a vivir en el kibutz y trabajé en los campos, retomé mi interés por la música y por tocar la trompeta.

En esos años, principios de los ‘70, teníamos muchos voluntarios que venían a trabajar en el Kibbutz; la mayoría de ellos eran de países occidentales. Algunos de los voluntarios extranjeros eran "hippies", con un estilo de vida muy libre y muy diferente a mi forma de ver la vida. Mi vacío interior, la curiosidad natural y el anhelo de tener una vida social me llevaron al estilo de vida hippie, y como resultado me sumergí en él con todo mi corazón.

Se me abrió un nuevo horizonte y forma de pensar debido a mi nueva vida social, leyendo libros sobre filosofía oriental, practicando yoga y fumando hachís. Estaba listo para explorar nuevas ideas sin prejuicios. Después de dos años en el Kibbutz, decidí ir a Eilat, la ciudad más al sur, que era una especie de refugio para muchos de nosotros con un estilo de vida poco convencional. La ciudad era una ciudad turística, una especie de "estar fuera de Israel" dentro de Israel. Conseguí un trabajo en el puerto marítimo de la ciudad descargando buques. Con el cambio de mi salida del kibutz y la búsqueda de una vida más significativa, continué leyendo sobre filosofías orientales y haciendo lo que me pareció adecuado para explorar mi yo interior. Durante este tiempo de mi vida, cuando mi cabeza estaba “en las nubes” con nuevas ideas y mi corazón emocionado con todas las nuevas direcciones hacia las que me dirigía, incluyendo una actitud más pacifista ante la vida, Israel fue atacado por nuestros enemigos y llegó lo inesperado. La «guerra de Yom Kippur» golpeó a Israel como una tormenta eléctrica en un día despejado.

El 6 de octubre de 1973, Yom Kippur (Día de la Expiación) en el calendario hebreo, fui llamado, junto con muchos otros, a luchar con las fuerzas de reserva para la defensa de Israel contra los egipcios que habían cruzado el Canal de Suez y avanzado hacia la Península del Sinaí que estaba en ese momento en manos de Israel después de ganar la Guerra de los Seis Días. La lucha duró dieciocho días y nuestro ejército pudo interceptar a las fuerzas egipcias y hacerlas retroceder. También cruzamos el Canal de Suez hacia Egipto para rodear sus ejércitos.

Durante los 18 días de lucha, después del alto el fuego, todavía en el Sinaí, me encontré molesto y frustrado con muchas preguntas que me rondaban por la cabeza sobre la vida y la guerra: "¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué pasaría si me mataran?" Tenía miedo de morir y no creía que hubiera vida después de la muerte física. Sentía que la guerra era una completa locura: los tanques de mi batallón fueron golpeados y quemados, muchos de mis compañeros soldados murieron o resultaron heridos, esto me sacudió hasta el extremo. En el centro de mi ser, mi mente estaba ocupada con preguntas sobre el significado de la vida, la muerte, la fe en D-os, etc.

Antes de volver a trabajar en Eilat, me detuve para hacer una breve visita al kibutz. Contento de ser liberado de mi servicio militar, traté de volver a mi forma de vida anterior, pero no era el mismo. Dentro de mí estaba lleno de preguntas y frustraciones, un resultado directo de las experiencias de guerra por las que acababa de pasar. “¿Cuál es el significado de esta vida?” y de nuevo, "¿Qué hubiera pasado si me hubieran matado en el campo de batalla?".

Amigos que conocí en el ejército, soldados de mi unidad que lucharon junto a mí en la guerra y muchachos del kibbutz que conocí, no fueron tan afortunados de volver a casa vivos como yo. "¿Es esta vida todo lo que hay?" Junto con todas esas pregun-tas, comencé a tener dudas sobre mi incredulidad en la existencia de D-os. Un pensamiento pasó por mi mente: "Tal vez me equivoqué al creer que no hay D-os", pensé que debería investigar el tema.

De vuelta en Eilat, tenía un compañero de habitación llamado Abraham, que también era mi compañero de trabajo. Me habló de su fe en el D-os de Israel según el Tanaj (el Antiguo Testamento) y también el Nuevo Testamento y que en realidad es un libro, la Palabra de D-os: La Biblia, las Sagradas Escrituras. "Según la palabra de D-os", dijo Abraham, mi compañero, "el Mesías prometido a Israel y el Salvador del mundo entero, es Yeshua".

Recuerdo tener una Biblia en hebreo cuando estaba en la escuela secundaria en el kibbutz, que tenía el Nuevo Testamento, pero debido a los prejuicios, nunca había leído el Nuevo Testamento. Surgió en mí la curiosidad y me pregunté: "¿Cómo puedo saber lo que está escrito en él si no lo leo por mí mismo?" Dejé este asunto en suspenso durante unos años, porque en septiembre de 1974, me fui al extranjero a visitar países de todo el mundo; primero al Lejano Oriente: a la India, Nepal, Birmania y Tailandia, luego me fui a Australia, Inglaterra y los EE. UU. Me establecí en West Virginia e inicié allí una vida familiar.

Trabajé durante ocho años en Westinghouse, donde conocí a algunos creyentes gentiles en Yeshua (Jesús) que me dijeron que también creían en el D-os de Israel. Se sorprendieron al descubrir que yo no solo era judío sino también israelí y no creía en el D-os de Israel, según Su Palabra en el Tanaj. Continuamente me instaban a leer la Biblia y comprobarla por mí mismo.

Habían pasado siete años en mi vida como "hippie", con búsquedas, pero por dentro sabía que no había encontrado lo que buscaba. Testimonios que había escuchado y cosas que leía sobre el D-os de Israel y Yeshua, según los escritos de la Biblia, despertaron mi curiosidad y comencé a ser más abierto y dispuesto a saber más. Sentí la necesidad de saciar mi sed espiritual que se convirtió en un profundo vacío dentro de mí y supe que necesitaba llenarlo.

Cuando leí Jeremías 29:13 donde dice: “Y me buscaréis y me hallaréis, cuando me busquéis de todo vuestro corazón”, me di cuenta que era la Palabra de D-os; ¡Aquel que estaba hablando era el mismo D-os de Israel! Empecé a creer en Él y en profundidad comencé a buscarlo con todo mi corazón. Leí en Jeremías 31:31 acerca de la promesa del Nuevo Pacto que el D-os de Israel había hecho con su pueblo Israel, así que pensé que sería prudente leer el Nuevo Testamento por mí mismo; eso fue ciertamente una revelación para mí. Comprendí quién era Yeshua. Muchas profecías del Antiguo Pacto eran de la vida, muerte y resurrección de Yeshua, esto comenzó a establecer una base sólida de mi fe en Él. Sus enseñanzas, mensajes y parábolas, ganaron mi corazón. Mientras leía donde Yeshua dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6), me di cuenta de lo que es la fe en Él, es ir en el Camino del que habla Yeshua, para entender la Verdad, y recibir Vida.

     En ese momento de mi vida, en 1978, comencé a darme cuenta de que "no estaba bien" con D-os (la Biblia llama a esta condición ‘Pecado’). Me di cuenta de que no estaba viviendo de acuerdo con los estándares sobre los que estaba leyendo en la Palabra de D-os. De repente me vi a mí mismo, mi yo interior como a través de una lupa; un miserable pecador necesitado de perdón y salvación. ¡Sabía que estaba en gran necesidad!

      Lento pero seguro, me di cuenta de que necesitaba un nuevo comienzo, según Juan 3: 3, donde Yeshua enseñó que debemos «nacer de nuevo», nacer del Espíritu, para que podamos ver el Reino de Dios y entrar. Justo allí, en mi sala, me encontré arrodillado en el piso, y desde lo más profundo de mi alma clamé al D-os de Israel con toda la fuerza que había dentro de mí: “Vuelvo a Ti, mi Padre Celestial, perdóname de mis pecados, conforme a tu Palabra. Recibo el sacrificio de Yeshua para el perdón de mis pecados, creo que Tú puedes y me darás un corazón nuevo y un nuevo comienzo contigo".

     Cuando comencé a caminar con Yeshua en mi nueva vida, como un bebé recién nacido, mi vida comenzó a cambiar. Atrás quedaron los días hippies y ese estilo de vida, yo era una "nueva creación". Me sentí como un nuevo inmigrante en la Tierra Prometida, con un mapa guía en la mano: las Sagradas Escrituras. Pero junto con las bendiciones y el entusiasmo, llegaron las dificultades y los desafíos; la mayoría de mi gente a la que pertenecía, familiares y amigos israelíes no creían en Yeshua y en su mayoría se oponían a tal creencia, entonces, ¿cómo podía estar seguro de que realmente había encontrado la verdad?

     Me encontré en una encrucijada crítica en mi vida, y sentí que era mi deber encontrar la respuesta que sacaría todas mis dudas. Pasé por otro período de búsqueda en las Escrituras y oración desde lo más profundo de mi corazón, y como resultado, mi fe se fortaleció y supe con certeza que confíaba en Yeshua con todo mi corazón y que lo seguiría sin depender de la aprobación de los demás.

     ¡Qué grande es tener esta bendita seguridad! ¡Qué privilegio es tener una relación personal con nuestro Padre Celestial, con el D-os de Israel, saber que mis pecados están perdonados, que he recibido vida eterna y vida en abundancia!.


 

(Simcha Davidov vive en Israel con su esposa, que también es sabra).