MEDITANDO EN LA SINAGOGA
JUDAÍSMO:
LO DICEN QUE ES, LO CREEN QUE ES, Y LO QUE BÍBLICAMENTE ES

Rabino Manuel Hernández G.

Muchas de las afirmaciones contenidas en el presente artículo serán rechazadas por unos, condenadas por otros y a otros más les tomarán por sorpresa, siendo el deseo de quien escribe que a todos les sea útil y lleve a la reflexión, pues no se trata de ganar una discusión ni de ver quien tiene la razón. La intención es conocer la verdad divina, de ayudar; no restar ni condenar. Dependerá en todo caso la actitud del corazón de cada quien.

     Si el tema central es el judaísmo, quien tiene la razón es D-os, y sus enseñanzas y argumentos están ya expresados en las Sagradas Escrituras, de manera que el fondo del problema es precisamente éste: ¡que su pueblo se ha alejado tanto de lo que el Señor estableció en el Tanaj, que al momento actual el judaísmo está casi irreconocible! Poco queda de lo que D-os reveló a Patriarcas, Moisés y los Profetas.

     Como teólogo tengo décadas de sorprenderme al ver en la televisión, el internet, o en algún libro o revista, comentarios de rabinos (de distintas corrientes) opinando de temas bíblicos o del judaísmo en general. Las desviaciones y herejías son cosa común, ni qué decir de la infinidad de disparates que nada tienen que ver con la fe judía, aunque quienes los digan aparenten sapiencia y gocen de fama. Nada que carezca del aval Divino (Biblia) puede tomarse en serio, mucho menos como norma de conducta de nuestra fe. El problema es que la mayoría de los que siguen a estos desviados creen que les dicen y enseñan ‘la verdad’.

     Conociendo las Sagradas Escrituras, ninguna mentira o desviación puede burlar el escrutinio de la verdad. Utilizando el lenguaje posmoderno, la Biblia es como un escáner perfecto que detecta toda falacia, toda herejía, toda opinión sin sustento, toda soberbia, aun cuando sea dicha por alguna celebridad o una eminencia religiosa. Ante D-os la mentira no tiene cabida, no pasa, es exhibida.

     Lamentablemente entre los hombres sí pasan y ése es y ha sido el problema. A eso se refirió Yeshua cuando dijo: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mat 15:14).

     Y es que, así como los seminarios cristianos por siglos se han llenado de gente religiosa que poco o nada tiene que ver con D-os y su Palabra, también ha sucedido en las yeshivot. Unos y otros se han desviado y han desviado al rebaño del Señor enseñando como judaísmo (o cristianismo) conceptos ajenos y contrarios a la fe, agregando sin temor alguno pensamientos y criterios meramente humanos, incluso falaces. El Talmud y las historias de rabinos están llenos de mentiras, de posiciones sin sustento bíblico e incluso heréticas expresadas sin rubor alguno. Cuando un judío que conoce las Escrituras, pero sobre todo, que conoce a D-os y lee esas historias, no puede dejar de sorprenderse ante tanta desviación, mentira y fantasía.

     Por citar un ejemplo. Hace una década leí un libro de conocido rabino estadounidense que sin inmutarse es capaz de mentir, de destrozar el testimonio de integridad de José, el hijo de Jacob, y de pasó adulterar el mensaje Divino: “Durante veinte años soñó el momento de poder vengarse. Toleró la soledad, la injusticia, imaginando cómo debía hacer para que sus hermanos se arrastraran delante de él implorando clemencia. La sola idea la causaba un placer infinito” (Harold Kushner: Cuando nada te basta, Emecé, México 2008, pág. 163).

    ¿De dónde sacó este rabino esta historia sin sustento, en qué se basó para semejante mentira e injusta acusación? Lo que leemos en la Torá es algo totalmente distinto. En la Escritura encontramos a un José que ama a D-os, que ama a sus hermanos a los que no guarda rencor alguno, que con sabiduría procura traerles para librarles de la hambruna que azotaba la tierra. Un José santo (en el sentido bíblico, no milagrero como lo entienden muchos) capaz de llorar de alegría al verles, de mostrar su amor fraternal descubriéndose ante ellos en la corte egipcia y quitarles sus temores:

 

“Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿Vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo… Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros” (Bereshit-Génesis 45:2-5)

 

    ¿Con historias mentirosas y falsas se podrá llevar un judaísmo como D-os lo pide y espera de sus hijos? Y así como el rabino Kushner mintió descaradamente contra José, de igual manera lo han hecho muchos otros contra Yeshua, que aunque digan lo que digan, es el Mesías anunciado en el Tanaj por Patriarcas, Moisés y lo Profetas. La mentira y el descredito han sido una constante, mientras que el amor de D-os también es una constante, un amor hacia el pueblo judío que no cambia, pero sí quiere que cambie su actitud pecaminosa e incrédula, pues no se trata de cambiarles de religión —como algunos aseguran sin sustento—; se trata de que lleven su religión como D-os lo pide y revela en la Biblia. Punto. No que se cambien te templo. Que cambien de actitud, que crean y se arrepientan, que busquen a D-os de todo corazón en las Sagradas Escrituras (Biblia) para que puedan llevar su judaísmo como Él lo quiere y ha revelado, y no como algunos lo han inventado. No hay nada que inventar. 

 

LO QUE DICEN QUE ES

 

        Martin Buber, uno de los biógrafos más certeros en describir la esencia religiosa del Baalschem Tov, enlista muchas de sus desviaciones y herejías con alegría y desenfado. Desde el campo bíblico teológico muestra al patriarca del jasidismo como un líder que se aleja del judaísmo tradicional para iniciar una nueva expresión: “El jasidismo escribe Buber—, nacido a mediados del siglo XVIII… es la cabalá, más una ética. Predica no la ‘askesis’, sino la alegría en Dios. Jasid significa devoto, pero el jasidismo no es pietista... Trae el más allá al más acá y deja que lo plasme como el alma plasma el cuerpo”.

    La cuestión es que traer el más allá al más acá, no es retórica, es una realidad. El Baalschem desobedece abiertamente la Ley Divina (Torá) y hace de la invocación a los muertos una práctica común, lo cual para el Señor es una abominación, una práctica deleznable: “No sea hallado en ti… quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Yahwéh cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Yahwéh tu Dios echa estas naciones de delante de ti” (Devarim-Deuteronomio 18:10-12).

     Abominación que para el líder del jasidismo se convirtió en una práctica común que heredó a sus seguidores:

 

—“A su paso por Mesbis, el Baalschem lo invitó a quedarse con él. El rabí aceptó… y el Baalschem recibió el sábado con gran temor. El vaso temblaba en su mano. Después de la bendición retiróse a su estancia y se tendió en el suelo con el rostro en tierra. Sus familiares y huéspedes lo esperaban… Su mujer entró en la estancia y le dijo: ‘Pronto se apagarán las luces’. El repuso: ‘Deja que se apaguen, y di a los huéspedes que se vayan’… El rabí, su huésped… se acercó a la estancia de puntillas y aguzó el oído, pero todo era silencio adentro. Miró entonces por una hendidura; el cuarto estaba a oscuras. A medianoche miró otra vez, y vio descender un gran rayo de luz, mientras el Baalschem exclamaba: ¡Bendito el que llega, Rabí Akiba!” (Martin Buber, El rabi de la buena fama, Raíces, Argentina 1988, pág. 97).

 

    Resulta inexplicable que un hombre como Buber no repruebe la practica espiritista del Baalscheem Tov (y sus seguidores) sino que la muestre como si fuera parte de las creencias judaicas ¿Acaso la invocación de muertos no fue la causa para el juicio y muerte contra el rey Saul? (1 Sam 28:4-8). D-os condena en todo su mensaje semejante práctica, incluso a través del profeta Isaías lo señala duramente previniendo a Israel al respecto: “Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos… responded ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque nos les ha amanecido”(Isaías 8:19-20).

       Queda por demás clara la posición Divina, establece que toda consulta sobre la fe y lo que se tiene qué hacer, es con D-os mismo a través de su Palabra (y la guía de su Espíritu) y que quien no se apoye en su Palabra —advierte el texto— es porque permanece todavía en tinieblas espirituales. Ni conoce a D-os, ni conoce tampoco la fe judía.

       La cuestión es que en todas las corrientes judías hay desviaciones o personas desviadas, incluso en la mesiánica (como lo señalaremos más adelante). Entre los reformados se ha hecho un énfasis desmedido en la sabiduría y la convivencia humana, cayendo en sus doctrinas en una apostasía pragmática, como es el caso de su posición ante el Mesías: “En lugar de apoyarse en Dios y esperar a que algún acto del cielo alterara el orden de las cosas, los seres humanos podrían enderezar las circunstancias mediante la ética personal y social. Nosotros mismos crearíamos un mundo de gente justa y bondadosa, amable y tierna, educada y culta, creativa y sensible. Así, los judíos reformistas dejaron de hablar de la llegada del Mesías y, en lugar de esto, hablaron de cómo se debe trabajar para que venga la Edad Mesiánica” (Eugene B. Borowitz, Para comprender el Judaísmo, La Semana Publicaciones Ltda. Israel 1987, pág. 113).

      ¿Para qué creer entonces y desear al Mesías, si se puede trabajar por una edad mesiánica? Es obvio que el pecado de Babel les contaminó, queda en evidencia que ni siquiera conocen y mucho menos entienden las doctrinas fundamentales de su propia fe ¿Para qué esperaba Israel al Mesías por miles de años? ¿Sólo como rey y para tener un orden perfecto y en armonía por un tiempo? Cuando D-os anunció un plan de rescate a causa de la rebelión de Adán y Eva, muestra en toda la Biblia un acto de amor para rescatar a sus criaturas caídas, es decir, que a causa del pecado habían destrozado sus planes originales y D-os no deseaba que se perdieran eternamente. Para eso anunció la venida de un futuro Mesías, y se lo dice a la Serpiente (Satanás) a causa de haber engañado a la mujer: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya (el Mesías); ésta te herirá en la cabeza, y ú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15), dando palabras de esperanza a la mujer, a su marido, y a la humanidad caída, que lo somos todos. Para eso vendría el Mesías, para rescatarnos y reconciliarnos con D-os el Padre y concedernos ingreso a su reino eterno. Sin entender estas doctrinas fundamentales, el judío (como el cristiano), no pasa de ser un creyente nominal que desconoce realmente su fe, su mensaje y enseñanzas.

  

LO QUE CREEN QUE ES

 

    ¿Cada quién puede llevar el judaísmo como considere y guste, o D-os dejó en su Palabra cómo debe de llevarse? Lamentablemente el judaísmo a través de los siglos poco a poco se fue alejando de la ortodoxia bíblica agregando historias y tradiciones que nada tienen qué ver con la fe original, con la fe pedida por D-os a Israel, llegando al punto que la saturaron de rezos y ritos y dejaron (sin conocer y mucho menos entender) la verdad Divina revelada. Las doctrinas esenciales de la Biblia son ajenas para la inmensa mayoría de las diversas corrientes.

     Conocen el Sidur y saben dónde buscar los rezos para la ocasión o necesidad, pero desconocen la Biblia y no saben qué libro de la Biblia leer en su necesidad o cómo entenderlo y aplicarlo a su vida espiritual. Celebran las shalosh regalim (fiestas de peregrinaje), pero la mayoría no entiende lo que D-os nos quiso enseñar a través de ellas.

     ¿Acaso el Señor se agradará de un judío que asiste a la sinagoga en Yom Kipur, pero que pasada la fiesta su vida sigue siendo espiritualmente igual de miserable y sin santidad? ¿Acaso el verdadero judaísmo no se deriva y cumplimenta con el primer mandamiento, con amar al Señor por sobre todas las cosas?

    Queda claro que el D-os en el que cree la mayoría de los judíos (y los cristianos también) no es el D-os de Israel. El D-os de la Biblia es otro, no es el ser ritualista que se contenta con rezos y porque el que lo invoca asiste a un templo. Por supuesto que no. El Señor D-os de Abraham, Isaac y Jacob es otro, totalmente otro, D-os que además de ser nuestro Creador y de mantener bajo su poder todo el universo, con amor trazó, como ya se dijo, un plan emergente para rescatarnos luego de la rebelión de los primeros padres en Gan-Edén (Paraíso); para cuidarnos siempre a través de los siglos, proveyendo revelación de su parte para que le conociéramos y respondiéramos a su amor paternal y salvífico.

     Revelación que nos fue proveyendo poco a poco en la medida que lo pudiéramos entender, ya que como consecuencia de la brutal caída y rompimiento, quedamos en un estado espiritual tan terrible que nos imposibilitaba a entender casi nada (en teología se conoce como «doctrina de la depravación»). Así que su amor y gracia nos han sostenido desde el principio para cumplir la promesa dada en el Paraíso a los primeros padres, de esta manera su luz llegó a hombres justos como Abel, como Noé, aunque en los patriarcas el Señor ya escoge y forma a un pueblo, nuestro pueblo, para ir revelando su mensaje eterno, poco a poco, en la medida que nuestra fe y condición lo iban permitiendo, de esta manera nos envía a Moisés y posteriormente a los profetas, iniciándose una brega durante siglos entre lo que D-os quería y lo que el pueblo quería. Brega que continúa y que por lo que se aprecia estamos como en la época de Isaías, época en la que el pueblo creía practicar el judaísmo y D-os a través del profeta les reconvenía a causa de su torcida y desobediente postura (meramente religiosa y ritualista).

    

LO QUE BÍBLICAMENTE ES

 

    A través de los siglos D-os llamó una y otra vez a su pueblo para que le conocieran como El quería, le adoraran y le siguieran. Insistentemente les hizo saber su ignorancia de la fe judía que según ellos profesaban (como leemos en los siguientes textos), sin ellos considerar que sus líderes (en diferentes épocas) les extraviaban y mantenían en el desconocimiento de D-os y de su Palabra revelada:

 

-       “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Yahwéh: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra míEl buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora… Dejaron a Yahweh, provocaron a ira al Santo de Israel…” (Yeshaya-Isaías 1:2-4).

-       “Oíd palabra de Yahwéh, hijos de Israel… porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen…  Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos…” (Oshea-Oseas 4:1,2,6).

-       “¿Así pagáis a Yahwéh, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El que te hizo y te estableció” (Devarim-Deuteronomio 32:6).

-       “Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecida mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas… cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad al juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Yahwéh, y estemos a cuenta… “ (Isaías 1:14-18).

 

     Con dolor y sincero respeto lo digo, pero desde el punto de vista bíblico y teológico, gran parte de la literatura judaica está desviada, se opone abiertamente al Tanaj, peor aún, la mayoría de los rabinos anteponen su criterio al modo de los Papas católicos, por encima del de D-os, lo cual además de blasfemo exhibe de antemano el error y el desconocimiento.

     No se puede hablar de D-os sin tener una relación personal con Él, de lo contrario se habla de un Ser desconocido. Como tampoco se puede opinar de un Libro (Biblia) que no se conoce bien ni se le concede el valor que D-os le ha concedido (Palabra Revelada), pues como advirtió Moshé rabenu “Las cosas secretas pertenecen a Yahwéh nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deut 29:29).

     Y aunque el tema es por demás importante y trascendente, el espacio nos obliga a concluir. No podemos dejar nuestra salvación eterna en manos de alguien que no conoce realmente a D-os ni su Palabra. No importa que social o académicamente sea una celebridad. Como leemos en la Biblia, D-os siempre trata con sus hijos de manera personal (lo vemos con los patriarcas, con los profetas, y todos los hombres y mujeres que creyeron y confiaron en Él). Es nuestro deber cerciorarnos de que el mensaje que hemos recibido y practicamos sea realmente el revelado por D-os, pues como se titula el presente artículo; una cosa es lo que dicen que es el judaísmo, otra lo que creen que es, y otra lo que bíblicamente es. Que D-os te bendiga en tu búsqueda y tu vida se afirme en la verdad revelada. SHALOM.


 

El rabino Manuel Hernández G. es el titular de la Sinagoga YESHUA BEN DAVID de Guadalajara, México y es consejero espiritual de la AJMM.

Email: mahergo1950@gmail.com